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La memoria necesita cajas donde guardarse. Unas permanecen abiertas para la constante revisión, otras las embalamos como para mudanza, aún sabiendo que no nos mudaremos pronto. Se vuelven cajas-prisión, y las confundimos con olvido. La memoria, los recuerdos necesitan respirar: o nos mudamos, o en la espera le abrimos huecos ¿no creen?
El texto* a continuación lo escribí hace mucho tiempo. Lo publico hoy, porque cumplo cinco meses de una desilución [¿Recuerdan? "
la algarabía del 19 de mayo, según antonín"], pero también de haber agujereado una de mis cajas y empezar a sentir un poco más de libertad. Aunque lo escribí antes de la desilución, se puede decir que es vigente.
Por primera vez se escuchaba la respiración dentro de la caja. Estaba agujereada.
¿Quién la agujereó, Pierito?
La agujereamos todos: el cabello rojo, la garza, el tiempo, el hocico, mis padres, los amigos, tú y yo.
¿Qué hay en la caja, Piero?
No sé, dime tú.
* No me gusta esa palabra, pero las otras opciones que tenía eran peores: demasiado pretensiosas.
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